3 de Agosto, la noche mágica de Agaete
Romeros, Agaetenses, y demás gente, esperan ansiosos la hora justa de las diez de la mañana. Poco a poco, la parte trasera de la Iglesia de la Concepción se llena de gente. Se ve subir el volador y todos miran al cielo, explota, empieza a sonar la música y ese gran mar de gente comienza a bailar al ritmo de los tambores e instrumentos de viento y metal. Se divisan los famosos papahuevos, en representación de las personas más populares de Agaete, entre ellos Maggie, Cristo, El Faneque, Cacha, …, que bailan al son de la música, y con sus grandes manos golpean a todo aquel que cerca suya a de bailar. Llegando ya a la calle Guayarmina, en el callejón de la rama, se acerca el momento de coger el adorno principal. Alzadas al aire, las ramas de pino, eucalipto y poleo, bailan, los extraños son hermanos, se dan la mano, se oyen de fondo las caracolas de mar… Ya llegando a Las Nieves se ven los primeros romeros con las ramas de pino, bautizando al mar con su cantar, para luego con ellas adornar, a la Virgen de Las Nieves con un enorme y verde manto que crece cada vez más. Ya con sus promesas hechas, la gente sube de nuevo al pueblo, donde la retreta comenzará. Suena el volador a las diez de la noche, y al mirar al frente, solo se ven farolillos pequeños, otros más grandes, de colores y en formas muy variables, realizados por los niños y alumbrando cada paso que dan. También acompañados por la música y las bengalas, la retreta llega a su fin. De repente, se para la música, se apagan los bombillos y farolas, y se oye el primer volador que da paso a los fuegos artificiales. Toda la gente desparramada, levanta la vista y se produce un enorme silencio. Comienzan a explotar en el cielo estrellado; ruidosos, coloridos y luminoso, alumbran los lugares donde llega la oscuridad. A su fin, tres palmeras doradas se apropian del cielo. Ya todo terminado, la gente muy cansada se marcha a dormir, para el próximo año si dios quiere, la rama volver a vivir. Clara Armas Montesdeoca.