Una de las playas más hermosas de Gran Canaria
El mar que se pierde de vista, un agua cristalina, potentes olas que te recargan de energía, una arena negra con iridiscencias de los minerales que la componen, árboles que absorben la humedad de la bruma marina, la montaña que la envuelve formando un marco perfecto, rocas redondeadas por las olas y culminadas por una espesa capa de algas verdes… Es además una de las playas accesibles con coche menos frecuentadas de la isla: especialmente en invierno, los cantos rodados dejan poco espacio a la arena, lo que complica el baño. Pero durante el resto del año es una playa ideal para divertirse con las olas, sin adentrarse demasiado porque las corrientes te podrían alejar de la costa.